lunes, 2 de julio de 2012

MORADOR DEL PLANETA



LABORATORIO FAVELERO

Después de haber derribado uno de los 8 helicópteros de la policía con una ametralladora de asalto desde el morro el Macaco, tras recibir un llamado desde la cárcel. Todos los eventos mundiales a realizarse en Rio deben ser cuestionados por sus principales necesidades como sociedad. La primera vez que subí al morro santo amaro en Rio de Janeiro, tuve que caminar por una pequeña escalera muy larga que cruzaba la favela desde abajo hasta arriba. Durante el trayecto me encontré con un soldado del Tercer comando, que cargaba una U-ZI en sus brazos. Con un gesto indicó que debía levantarme la camisa y darme vuelta, esto para ver si portaba algún arma. Cuando el trámite se completó, con otra señal me invitó a que avanzara. Ya no había escalera, estaba en la parte alta del morro. Caminando por estrechos pasillos y túneles, llegué a un sitio donde tenían una mesa llena de bolsas de color azul donde ponían la marihuana y otras trasparentes que contenían cocaína. También tenían su armamento dos escopetas y una pistola automática del número 9. Cuando bajé del morro en la esquina estaba la policía, en plena calle un cuartel  a escasos metros de la favela. Un día escuché una ráfaga de ametralladora muy cerca de la favela donde vivía, pregunté al jefe del morro que ocurría y soltó una sonrisa y me dijo: Ha llegado armamento nuevo y lo están probando. Conseguí un trabajo en la favela de los Placeres, cada día tenía que pasar entre medio de los soldados de la facción que no pasaban los 25 años y ya estaban armados hasta los dientes. Metralletas y escopetas doble cañón, encapuchados y en sus ubicaciones esperaban por la policía. En un principio era fuerte caminar entre medio de ellos, que ni siquiera me conocían. Luego salía a fumar mis cigarrillos y comenzaron a ver que frecuentaba el lugar, pero pasaba de ellos, de comprar algo. Así me fueron conociendo y así entré a su lugar como un trabajador social. Un día fumando un cigarrillo escucho un tiro, pienso que fue un fogetero que avisaba de la policía, pero no era eso. Habían matado a una persona a diez metros de donde estábamos. No había ocurrido nada de eso hasta el momento. Solo era cuestión de tiempo. La semana siguiente vinieron muchos enfrentamientos del comando y la policía. Hubo muchos muertos y un allanamiento que dejo dos familias muertas. El enfrentamiento es moral y violento, sea contra la policía o contra otro comando que quiere apoderarse del morro. Es un negocio de armas y tráfico donde el más poderoso controla e influye directamente en los moradores de la comunidad. Las armas llegan de muchas partes y también de Medio Oriente. Fugitivos buscados por las policías de su país reciben asilo a cambio de entrenamiento militar, así el comando se instruye y coordina sus tropas y enseña a sus soldados a no temer a la muerte y enfrentar con la vida esta guerra en la ciudad. Un tupamaru (antiguo guerrillero de Uruguay, conocidos en Latino América por instruir a las células de suberción en contra de los gobiernos militares impuesto por el gobierno de USA  en conjunto con la CIA) que conocí en Rio me explico que los comandos eran la milicia del pueblo y aunque pagara con sangre, ni el gobierno, policías o militares pueden acabar con ellos, es que están muy bien organizados y no temen a morir. Sonrió. Luego añadió que era triste ver morir a los jóvenes, a los niños, pero al gobierno ni los ricos de este lugar les interesa. Alrededor de la comunidad había mansiones que superaban la dimensión  estándar y eran una falta de respeto para quienes vivían hacinados en pequeños lugares a un costado del morro, en la quebrada. 

Moradores del morro, nuestra quebrada, el lugar dónde moramos. El lugar que hemos construido el lugar que se destruyó por el tráfico y que ahora vuelve a crecer y está limpio. La favela Julio Otóni en el barrio Santa Teresa. Está compuesta por cerca de 300 familias que viven en una ladera del cerro. La geografía obligó a diseñar sus calles en disposición de la quebrada, pequeños acantilados cruzados por escaleras recorren toda la comunidad que ha sido construida por los mismos moradores que desde el norte de Brasil llegaron un día para buscar mejores opciones de vida, para ellos y sus familias.

El despertar con el reloj universal. Los gallos comienzan el día en la comunidad. 

Construyendo la morada

Llegaron materiales de construcción que deben ser trasladados al lugar que se realizará el trabajo. Jornadas completas se trabajan acarreando arena y piedras en sacos y carretillas por las rúas de la favela. Tiago, Pablo, Ignacio,Patiño y Adriano están encargados de este oficio en la comunidad. A pulso y con mucha rapidez cargan el material una y otra vez hasta finalizar. Ahí comienza la segunda etapa de la construcción, para que ya en una semana tener el trabajo listo y habitar el espacio. Las comunidades o favelas son tomas de terreno como conocemos. Pueden estar ubicadas en morros o quebradas, también en superficies planas, como es el caso de Ciudad de Dios. Existe un sin fín de problemas que arribar desde la violencia, hasta la complicada situación de salud y educación, es un tema que ocurre en todos lados donde aparezcan estos factores, miseria, armas, tráfico y corrupción. Son las personas que administran las sociedades quienes tienen que ponerse una mano en el corazón y reivindicar esta situación. No esperar que ocurra una catástrofe natural o un enfrentamiento armado para eliminar estos problemas y ver cómo solucionarlos.


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